TLP: epidemiología, criterios y propuestas de intervención

El trastorno límite de la personalidad es una entidad clínica reconocida como trastorno de la personalidad, en la que una persona tiene comportamientos prolongados de emociones complicadas o inestables. Estas vivencias que experimentan interiormente, muy a menudo los lleva a cometer acciones de carácter impulsivo y a sostener relaciones turbulentas y problemáticas con otras personas.

De acuerdo con información provista por el jefe del área de Consulta Externa del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, José Ibarreche Beltrán: aproximadamente un 1.5% de la población mexicana presenta Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), el cual predispone a quien lo padece a tener conductas de riesgo para la salud como abuso de sustancias, amenazas suicidas recurrentes y automutilación.

Múltiples encuestas han estimado que la prevalencia del trastorno límite de la personalidad es del 1,6% en la población general y del 20% de la población psiquiátrica hospitalizada (Ellison, 2018).

El TLP es el trastorno de la personalidad más relacionado con la conducta suicida. Es de hecho el único trastorno que incluye en sus criterios diagnósticos la conducta autolesiva. Algunas estadísticas indican que casi el 70% de los consultantes TLP cometen por lo menos algún intento de suicidio a lo largo de su vida.

El origen del TLP depende de la combinación de factores genéticos y ambientales, especialmente de la vulnerabilidad biológica y la exposición a experiencias traumáticas durante la infancia, como puede ser negligencia en la crianza, violencia o distintas formas de abusos. Precisamente esto genera una predisposición al estado de alerta y supervivencia en muchas personas frente a estímulos emocionales adversos, como la separación o la agresión.

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Consideraciones clínicas y criterios de identificación:

EL TLP se encuentra en el DSM dentro del nombrado clúster B, que agrupa cuatro tipos de trastornos que se caracterizan por una alta emotividad, una conducta dramática y una dificultad para relacionarse con los demás de forma estable. Estos trastornos son el antisocial, el límite, el histriónico y el narcisista.

Respecto al Trastorno Límite de la Personalidad, los criterios diagnósticos específicos son:

1.- Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado.

2.- Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación.

3.- Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable.

4.- Impulsividad en al menos dos áreas potencialmente dañinas para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida).

5.- Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamiento de automutilación.

6.- Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días)

7. Sentimientos crónicos de vacío.

8. Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira (p. ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).

9. Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.

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Tomando como referente estos criterios, las áreas que aparecen más afectadas en la persona con diagnóstico TLP son las siguientes:

1.- Área emocional: irritabilidad, ansiedad, ira, rabia o tristeza con un grado de intensidad particularmente alto.

2.- Área interpersonal: relaciones conflictivas y caóticas, complicadas y muy intensas. Esfuerzos titánicos para evitar para evitar sentirse abandonados.

3.- Área conductual: Impulsividad, abuso de sustancias, conductas relacionadas con la bulimia, conductas delictivas, peleas, promiscuidad sexual, ideación suicida y suicidio consumado.

4.- Área cognitiva: Pensamientos catastróficos y dicotómicos (blanco y negro), fenómenos de disociación y despersonalización. Rara vez: episodios psicóticos. Problemas de identidad: falta de sentido en la vida y en sí mismos, dudas acerca de su propia identidad.

Propuestas de intervención:

El tratamiento del trastorno límite de la personalidad (TLP) se basa principalmente en la psicoterapia, aunque también se pueden usar medicamentos para aliviar algunos síntomas. El objetivo del tratamiento es ayudar a las personas con TLP a regular sus emociones, gestionar mejor sus impulsos y mejorar sus relaciones interpersonales. Algunos tipos de psicoterapia que han demostrado ser efectivos son la terapia dialéctica conductual (TDC), siendo un modelo de psicoterapia particularmente funcional para este tipo de problemáticas y la terapia cognitivo-conductual (TCC). Los medicamentos que se pueden recetar incluyen antidepresivos, estabilizadores del ánimo y ansiolíticos.

Fuentes:

1.- Ellison WD, Rosenstein LK, Morgan TA, Zimmerman M. (2018) Community and Clinical Epidemiology of Borderline Personality Disorder.

2.- Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales: DSM-5. (2013) 5ª ed., Asociación Estadounidense de Psiquiatría. DSM-V

Distorsiones cognitivas

Los seres humanos somos individuos profundamente influenciados por nuestras emociones, mismas que al ser intensas, tienden naturalmente a la irracionalidad. El no tener una evaluación objetiva de la realidad no tiene que ser un gran problema en la cotidianidad, pero hay ciertas formas disfuncionales de interpretar la información a nuestro alrededor que pueden sin duda instalarnos en muchos conflictos innecesarios, o bien, hacernos sentir profundamente mal.

Todos los seres humanos tendemos a la distorsión del pensamiento, lo importante es poder identificar a cuáles distorsiones somos más propens@s y darnos la oportunidad de corregir, ampliar o flexibilizar nuestra perspectiva. A continuación, te comparto las formas más comunes en las que nuestro pensamiento se ve distorsionado:

Pensamiento dicotómico / Pensamiento polarizado / «Pensamiento blanco y negro»:

Consiste en interpretar las cosas a través de dos categorías absolutamente opuestas, omitiendo la posibilidad de concebir puntos medios, haciendo que nuestra visión sea rígida e inflexible.

P. ej: «si no te gusta todo de mí, entonces no te gusto» «Si no me apoyas en todo siempre: estás en mi contra»

Alternativas para resolver este tipo de pensamiento: Graduar la situación. Preguntarse: ¿Entre esos dos extremos, hay puntos intermedios? Pensar en porcentajes más que en totalidades.
P. ej: Si no opinas lo mismo que yo en todos los temas pero sí en algunos, tal vez estés 70% en afinidad conmigo y 30% en contraposición.

Catastrofismo / Visión catastrófica

Se trata de una tendencia de pensamiento que consiste en preocuparnos irracionalmente asumiendo, aún si no tenemos pruebas de ello, que podemos padecer los peores escenarios o situaciones de los que sabemos.

P. ej: Una persona ve una nota sobre un accidente y piensa «¿y si me pasa lo mismo?». Otra persona va en avión y recuerda una noticia sobre un accidente y piensa «¿Y si me ocurre a mí».

Podemos ubicar esta distorsión en planteamientos que comiencen con «Y si…». Algunas alternativas para resolverlas son: Dejar de anticiparse, concentrarse en el ahora y valorar las probabilidades de manera objetiva. Preguntarnos: ¿Otras veces lo he pensado, y qué ocurrió realmente?, ¿Qué posibilidades hay de que eso ocurra?

Personalización

Se trata a una tendencia a relacionar de forma arbitraria, los eventos del entorno con uno mismo, atribuyéndoles la característica de estar dirigidos hacia uno mismo y haciendo que, en efecto, «nos tomemos las cosas personales». Suelen expresarse en ideas como «Sé que «…» es por mí».

P. ej: Vemos a una persona reírse en la mesa de a un lado nuestro y pensar «se está riendo de mí».

Para resolver esta cadena de pensamiento podemos hacer una evaluación objetiva de los eventos: ¿en qué me estoy basando para asumir esto? ¿podría explicarse de una forma en la que yo no sea parte central del asunto?

Sobregeneralización

Esta distorsión del pensamiento consiste en sacar una conclusión general de una situación particular. Una forma usual de identificar este tipo de pensamiento son la presencia de palabras como «todo, nadie, nunca, siempre, todos, ninguno».

P. ej: Una persona que busca trabajo y no lo encuentra y concluye: «Nunca conseguiré un empleo». Otra persona que se siente triste y piensa: «Siempre estaré así».

Para resolverlo podemos buscar pruebas. Preguntarnos:  ¿Cuántas veces ha ocurrido eso realmente?, ¿Qué pruebas tengo para sacar esa conclusión? ¿Hay algún caso contrario a que eso sea «siempre» así?

Filtraje / Abstracción selectiva / Visión de túnel

Seleccionar en forma de «visión de túnel» un solo aspecto de una situación, aspecto que tiñe toda la interpretación de la situación omitiendo los detalles complementarios que posiblemente contradigan nuestra hipótesis.

P. ej: Una persona se encuentra con un amigo y hablan de muchos temas agradables, sin embargo discuten de política, y al marcharse a casa se siente irritado pensando en las críticas de aquel hacia sus ideas políticas, olvidando los otros temas agradables compartidos. Se filtra el momento negativo, lo positivo se olvida.

Alternativa a este tipo de pensamiento: Evaluar objetivamente la situación, pensar en si existen más detalles o elementos que estemos omitiendo al «casarnos» con un aspecto negativo.

Lectura de mentes / Interpretación del pensamiento

Es la tendencia a interpretar sin base alguna los sentimientos e intenciones de los demás. A veces, esas interpretaciones se basan en un mecanismo llamado proyectivo que consiste en asignar a los demás los propios sentimientos y motivaciones, como si los demás fueran similares a uno mismo.

P. ej: Una persona está esperando a otra en una cita y ella tarda cinco minutos extra en llegar, sin mediar prueba alguna, se le viene a su cabeza: «Sé que me está mintiendo y me quiere ver la cara, burlarse de mí». Formas usuales para identificar esta distorsión son: «Eso es porque…”, «Eso se debe a…”, «Sé que eso es por…».

Alternativas a esta forma de pensamiento: Buscar pruebas, dejar de suponer. Preguntarse: ¿Qué pruebas tengo para suponer eso? ¿Puedo hacer algo para comprobar si esa suposición es así?

Adivinación / Predicción del futuro

Consiste en la tendencia a asumir que ya sabemos lo que ocurrirá, aún sin tener fundamentos de ello. Esto puede estar basado en creencias o conclusiones que elaboramos en función de experiencias previas, pero ello no garantiza que podamos saber lo que ocurrirá.

P. ej: Una persona puede decir «ya sé que es lo que va a pasar, van a pasar 3 semanas y te vas a aburrir de mí» al empezar a salir con alguien, anulando la posibilidad de asumir que lo que pueda ocurrir a partir de conocerse, nadie lo sabe.

Alguna forma de liberarnos de esta distorsión, es asumir que pese a que tenemos experiencias previas y nos adaptamos a ellas, estas no determinan lo que podamos vivir en el futuro.

Culpabilización

Consiste en atribuir la responsabilidad de los acontecimientos bien totalmente a uno mismo, bien a otros, sin base suficiente y sin tener en cuenta otros factores que contribuyen a los acontecimientos. Por ejemplo una madre cada vez que sus hijos alborotaban o lloraban tendía a irritarse con ellos y consigo misma echándose la culpa de no saber educarlos mejor. Otra persona que estaba engordando culpaba a su cónyuge por ponerle alimentos demasiado grasos. Otra característica de la culpa es que a menudo no lleva a la persona a cambiar de conducta sino solo a darle vueltas a los malos actos. En este caso las palabras claves aparecen en torno a: «Mi culpa», «Su culpa», «Culpa de…”.

Alternativas: Buscar otros motivos o razones para el caso. Comprobar la utilidad. Preguntarse: ¿Qué pruebas tengo para creer eso? ¿Puede haber otros motivos distintos a los que yo achaco a esto? Culparme ¿Qué resuelve o soluciona? 

Falacia de cambio

Consiste en creer que el bienestar de uno mismo depende de manera exclusiva de los actos de los demás. La persona suele creer que para cubrir sus necesidades son los otros quienes han de cambiar primero su conducta, ya que creen que dependen solo de aquellos. Por ejemplo un hombre piensa: «La relación de mi matrimonio solo mejorará si cambia mi mujer». Las palabras claves son: «Si tal cambiara tal cosa, entonces yo podría tal cosa».

Alternativas: Comprobar si usted puede hacer algo, haga el otro algo o no. Preguntarse: ¿Que pruebas tengo para creer que el cambio solo depende de esa persona? Aunque eso no cambiase, ¿podría hacer yo algo?

Falacia de justicia

Consiste en la costumbre de valorar como injusto todo aquello que no coincide con nuestros deseos. Una persona suspende un examen y sin evidencia piensa: «Es injusto que me hayan suspendido». Otra piensa sobre su pareja: «Si de verdad me apreciara no me diría eso». Palabras claves: «No tienes derecho de…”, «Es injusto que…”, «Si de verdad tal, entonces…».

Alternativas: Dejar de confundir lo que se desea con lo justo. Escuchar los deseos de otros. Preguntarse: ¿Tiene esa persona derecho a una opinión distinta a la mía? ¿Si las cosas no salen como quiero son injustas, o tan solo suceden de manera distinta a como me gustaría?

Falacia de control

Consiste en como la persona se ve a sí misma de manera extrema sobre el grado de control que tiene sobre los acontecimientos de su vida. O bien la persona se suele creer muy competente y responsable de todo lo que ocurre a su alrededor, o bien en el otro extremo se ve impotente y sin que tenga ningún control sobre los acontecimientos de su vida. Ejemplos: «Si otras personas cambiaran de actitud yo me sentiría bien», «Yo soy el responsable del sufrimiento de las personas que me rodean». Palabras claves son: «No puedo hacer nada por…”, «Solo me sentiré bien si tal persona cambia tal», «Yo soy el responsable de todo…”

Alternativas: Buscar pruebas y otros motivos para el caso. Preguntarse: ¿Qué pruebas tengo para creer que eso depende solo de eso? ¿Puede haber otras causas o motivos que hayan afectado a esto?

Relajación guiada: la lancha dorada

Las meditaciones guiadas para ansiedad son una forma de relajar la mente y el cuerpo mediante el uso de la voz, la música y las imágenes. Estas meditaciones ayudan a reducir el estrés, la preocupación y los pensamientos negativos que pueden generar ansiedad. Algunos beneficios de las meditaciones guiadas para ansiedad son: mejorar el estado de ánimo, disminuir el malestar corporal, favorecer el sueño y la concentración.

Te comparto esta que grabé hace un tiempo ¡Espero sea de tu agrado!

Insomnio y los efectos de la privación del sueño

El insomnio es una problemática cada vez más observable debido al alto número de personas que lo padecen o lo han padecido en alguna etapa de su vida. Hemos de reconocer diversos factores que impulsan su aparición: factores medioambientales –especialmente en la ciudad– como el ruido, las luces, el uso de nuevas tecnologías o el clima; factores psicológicos como la angustia, ansiedad o la depresión y factores orgánicos como los generados por influencia de medicamentos, cafeína o lesiones cerebrales.

En algunos casos el insomnio aparece como resultado de angustias persecutorias y confusionales, deriva de una sensación de desconfianza, temor o culpa que mantiene en un estado de vigilia a quien lo padece, estas sensaciones desencadenan una imposibilidad o una renuencia para conciliar el sueño. La falta de descanso a corto y largo plazo genera síntomas de desgaste y agotamiento físico como la amnesia y la narcolepsia, ambos síntomas de “apagones neuronales”, bien sabido es que no operamos de igual manera tras largos lapsos de abstinencia de sueño. Otra consecuencia regular de la privación del sueño, es que con ello aumenta la actividad de la amígdala cerebral, responsable de respuestas emocionales. El insomnio puede desencadenar episodios de sensibilidad o irritabilidad emocional en quien lo padece.

Para conocer más sobre algunas de las consecuencias que trae consigo el insomnio, se han realizado estudios experimentales de privación del sueño, de ellos derivan los siguientes resultados:

1.-Después de 24 horas de privación aparece una necesidad imperiosa de dormir. Los síntomas más destacados son fatiga, ardor y sequedad de ojos.

2.-Al cabo de tres a cinco días sin dormir aparecen alteraciones en la visión (diplopia, visión borrosa y de humo o niebla en paredes y puertas), sueños en vigilia, imágenes hipnagógicas (esto quiere decir prácticamente alucinaciones, ya sean auditivas, táctiles, olfativas o visuales), escritura ilegible y lectura dificultosa.

3.-A partir del quinto día en vigilia se constata la presencia de micro-sueños que aparecen cada vez más frecuentemente. Aparición del «segundo aire», especie de aparente recuperación de la fatiga.

A nivel de lo cognitivo se determinó que las alteraciones más importantes son las siguientes:

1.-Tareas aritméticas. Disminución de la velocidad de realización de las operaciones.

2.-Atención. Las tareas que requieren vigilancia continua son las que más se deterioran por la falta de sueño, en concreto las tareas en las que se requiere atención selectiva para descartar la información irrelevante, como lo es por ejemplo el mismo hecho de manejar. Por eso es tan importante —y nos lo recuerdan en todas las carreteras del país— el descansar bien antes de conducir por tramos largos.

3.-Memoria. La memoria inmediata es la que más sufre los efectos de la privación de sueño. Es decir, los recuerdos recientes son los que se pierden, recordando con mayor nitidez eventos menos próximos.

5.-Déficit en tareas psicomotoras. ¡Intenta jugar Jenga después de no dormir dos días y ya veremos qué tanto éxito consigues!

Volviendo a lo general, gran parte de nuestra vida la pasamos durmiendo, y es el reposo un estado fundamental de procesamiento de información, ya que mientras nuestro cuerpo reposa, nuestros cerebros procesan, condensan, articulan, o desechan información proveniente de los múltiples estímulos de nuestro día. Yendo sobre esa línea aparece la importancia de los sueños y sus múltiples funciones de compensación, prospección o reducción, tema, sin lugar a dudas, para otra nota. Además de los procesos inherentes al funcionamiento cerebral, al dormir se restablece la homeostasis del organismo en tanto sea necesario, es decir también nos recuperamos de dolores, fatigas y más achaques que la vida nos regala.

Afortunadamente la recuperación de los efectos de la privación total del sueño se produce con facilidad y solamente requiere un sueño reposado en algunos casos de una duración un poco más larga de lo normal. En un escrito alemán publicado en 1984 —”Wenn wir schlafen und träumen” o “Cuando dormimos y soñamos”, para los cuates. Porque qué feo cuando se citan artículos o investigaciones fantasmas, ¿no creen?— se supervisó cómo un estudiante californiano consiguió estar en vigilia 11 días y 12 minutos. Para recuperarse solamente necesitó 15 horas de sueño. De acuerdo con los ciclos de vigilia-sueño y de temperatura, es improbable que nadie pase más de 16 horas durmiendo sin despertarse. Por lo cuál, por más fatigados que tengamos, o como pensamos algunas veces, por tanto “sueño acumulado” que tengamos, tan sólo requerimos de un buen y merecido episodio de reposo para recuperarnos. Aunado a esto hay que agregar que nuestro cerebro tiene un mecanismo funcional maravilloso al que se denomina “plasticidad cerebral” y esto alude a la capacidad de adaptación que tienen nuestros cerebros para acostumbrarse a actuar de acuerdo a las necesidades de nuestra vida, incluso si hay que destinar nuevas o distintas regiones del cerebro para regularnos. A lo que esto se refiere en términos prácticos es a que en personas que por una u otra cuestión de la vida, sólo tienen posibilidad de dormir 5 horas al día, eventualmente su cerebro se adaptará para descansar o llegar a sueño profundo más rápido, aprendiendo a descansar lo suficiente con el tiempo que se tiene. No olvidemos que la característica más admirable de nuestra especie es la capacidad de adaptación, y los ritmos circadianos del sueño no son la excepción.